El rubro lechero ovino se introdujo en Chile a mediados de la década del 90, fundamentalmente mediante iniciativas auspiciadas por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y la Corfo, en el marco de la introducción de las razas Frisona del Este y Latxa, involucrando diversas universidades y centros de investigación, entre ellas la Universidad Austral de Chile, además de ganaderos y empresas del rubro lácteos como Chilolac y Quillayes. Con los años, algunos de esos sistemas se han mantenido con diversos grados de evolución, no pudiendo hablarse aún de un rubro plenamente establecido, existiendo sistemas productivos en Aysén, Chiloé y Futrono.